Mates por Videollamada, Carta Dos
¿Llegaste por lo mismo que ahora te quedás?
Esta es la Carta Dos de una serie de correspondencia entre María Roques de Borda y yo, Casandra Sol Sans. Yo voy a publicar las cartas pares acá y María, las impares, en su cuenta de Substack.
Vamos a ir agregando los links a medida que se vayan publicando: Carta Uno, Carta Dos, Carta Tres, Carta Cuatro, Carta Cinco, Carta Seis.
Primero, una introducción: a María la conocí en la facultad, en aquellos tiempos en los que parecía que el Derecho iba a responder nuestras preguntas. Después pasó mucha agua bajo el puente, y las dos emigramos: ella vive en Londres y yo en Israel. Entonces, se nos ocurrió mandarnos cartas por acá, como si fuéramos amigas por correspondencia, como si no existiera internet, como si esto no lo hubiéramos organizado por whatsapp.
Bienvenidxs a Mates por Videollamada.
Mates por Videollamada, Carta Dos
Hola María,
Me preparé un mate y me senté a leer por tercera vez tu carta. Hacía mucho que no recibía una, de hecho, soy de las que escriben muchas cartas pero reciben pocas, igual no me quejo. Algunas veces R. —mi pareja—, me pide perdón cuando recibe su carta de cumpleaños; de aniversario; de ocasión especial; y no tiene una para darme a cambio.
El tema con mis cartas es que yo no espero nada a cambio, me gusta que cada persona tenga su ruta para dar amor, mi caminito está hecho de palabras, creo que el de R. está hecho de comida: recetas increíbles que prepara con una liviandad que parece que baila dentro de la cocina. Cuando cocino yo, todo es desesperación por cosas que no salen como deberían y gritos al quemarme-cortarme-asustarme por cualquier cosa. ¿De qué está hecho tu caminito para dar amor?
Pocas personas me escriben cartas seguido, la persona que más cartas me ha escrito en la vida es mi papá. Que es psicólogo, docente, y escritor. Está acá en Substack como nosotras, y si pienso en algo que extraño de Argentina, hay muchos algos y muchos alguien, y uno de esos alguien es él. Por eso me traje sus cartas en un sobre de papel madera, al que recurro cuando estoy sensible y quiero estarlo aún más. A veces me pregunto si también disfrutaría tanto de escribir si no tuviera un padre que escribe. Por suerte, no voy a saberlo nunca.

Ahora, volviendo a tu pregunta de ¿Vos qué extrañas?
Es tanto lo que extraño que alguien podría preguntarme ¿para qué carajo te fuiste? y mi respuesta sería ambigua.
Lo que más extraño es egoísta, me extraño a mí… allá. Extraño esa versión de Casandra que sólo habla en español y que encuentra todas las palabras que busca. Mi versión actual transcurre en tres idiomas, el tercero lo hablo mucho peor que el segundo, y en el segundo todavía soy un ejemplar tímido y repetitivo del original. Uno que piensa mucho antes de participar en una conversación de diez personas, y que a veces se anima a hacerlo y otras, se dedica a escuchar. Me resulta tan paradójico que en lo cotidiano me falten las palabras, cuando han sido siempre mi arma secreta.
También extraño la cercanía con mi familia. Si bien no los tenía tan cerca, porque yo soy de Río Negro y los últimos diez años en el país los viví en Buenos Aires. A esa distancia los encuentros eran pequeños respiros de mi año, en los que me empachaba de comida y de familia con la necesidad inminente de volver a tomar distancia.
Ahora planear encontrarnos es todo un acontecimiento que cuesta muchísimo dinero y con el que tengo que hacer malabares para pedir días en el trabajo y usar todas mis vacaciones. Y vos bien sabes, que ir de visita a Argentina es una montaña rusa hermosa, pero vacaciones no son. En mi diccionario las vacaciones significan descansar, y allá hago todo menos eso. Entre Israel y Argentina hay mínimo dos vuelos muy largos y cada vez que vuelvo de visitar necesito dormir un par de días seguidos y comer arroz blanco hasta curarme de las toneladas de pasta-helado-fernet-vino-asado-medialuna-picada que comí. Ni hablar de que vuelvo con la batería social agotada después de haber metido cuatro planes en un día durante semanas.
También extraño jugar de local; que las heladerías tengan varios tipos de helado de dulce de leche y varios de chocolate —acá la mayoría son gustos que yo llamo “blancos” es decir, con base de crema americana, cero tentadores—; extraño almorzar con mis abuelos; subirme a un avión de una hora que me lleva a tomar mates a lo de mi papá; extraño ir de visita a lo de mi mamá y sentir que su casa en un punto ya no es mi casa pero que se ve y huele como mi casa; extraño compartir la mesa con mis cinco hermanas y hermanos; extraño tirarles planes random a mis amigas y que los hagamos al fin de semana siguiente; extraño ir los viernes a cenar a lo de mis suegros y llevarme un tupper con un montón de las más preciadas sobras.
Extraño tanto y tan profundo que tuve que hacerle lugar a ese sentimiento que ahora vive en mí. Cada tanto tengo que convencerme de mi decisión de salir a ver el mundo. Porque hay algo de este vértigo cotidiano que me acerca a lo que de verdad importa. Porque en mi falta de palabras me encontré escribiendo más que nunca. Porque fue la incomodidad la que puso frente a mí las cosas claras.
¿A vos qué te hizo llegar allá y qué te sostiene? ¿Llegaste por lo mismo que ahora te quedás?
Espero que haya llegado el pedido de yerba, que la abstinencia de mate es de las peores.
Te mando esta carta junto con un abrazo, cruzan el Mediterráneo y casi todo Europa para llegar hasta vos.
María escribe Lujos Offline, sobre ese mundo que aún existe fuera de internet. También escribe sobre el cambio; las primeras veces; los amigos; y los trabajos. En resumen: María escribe sobre la vida de una manera tan cercana que durante el día se te cuela en los pensamientos.
Crece este espacio Casandra, le das lugar y crece.
Estoy muy feliz de leer esta correspondencia de ustedes. Nos ha en apreciar un poco nuestro mundo cotidiano argentino 🫂💕🌞